Mi rezo por el Papa Francisco

(Por María del Carmen Ramón / Cubahora)

Ver +
Ver +

Al Papa Francisco le quedan pocos minutos para despedirse del pueblo santiaguero reunido en los alrededores del Parque Céspedes. Se asoma desde un balcón de la Catedral de Santiago, y aunque sus espontaneidades no hacen previsible lo que podrá decir, hay una frase que ya muchos saben no podrá faltar.

No es difícil imaginarla, ha sido lo único que ha pedido el Pontífice desde que pisó suelo cubano. Abre sus brazos y finalmente lanza en su rico español con acento argentino: “Los bendigo a todos, pero con una condición, van a tener que pagar algo, solo les pido que recen por mí». La respuesta no se hace esperar: son las risas de quienes ya en tres días lograron conocerlo, de quienes agradecen esa complicidad y recuerdan que minutos antes el Papa les agradeció por haberlo hecho “sentir como en casa”.

Fueron tres días intensos, tres las provincias privilegiadas y miles las imágenes que transmitió en vivo la Televisión Nacional. Lo vimos besar a los niños, abrazar a los enfermos, trasladarse con confianza en su papamóvil panorámico sin quedarse un solo instante sentado, tomarse fotos con los más pequeños, reír, conversar con el corazón abierto… Ya nos lo habían advertido las imágenes que aparecen en Google y que lo muestran de las formas más inesperadas posibles, pero ni aun así deja de impresionar ver un Papa que ha optado por lo más sencillo y a la vez difícil: ser él mismo.

Dejó su huella en la Plaza de la frente a un Che Guevara con el que comparte nacionalidad argentina; en la Iglesia del Sagrado Corazón en la populosa calle Reina, nunca antes visitada por la más alta autoridad de la Iglesia Católica; en la Catedral de La Habana. Llegó hasta la provincia de Holguín, y desde lo alto de la Loma de la Cruz bendijo a esa ciudad que nunca antes había visto de cerca un Papa. Luego, siguiendo esa línea que lo unía a los otros dos pontífices, se adentró en el Cobre, un pueblecito entre montañas, y recordó a quienes viven en los alrededores que la fe es capaz de levantar iglesias como esta aún en condiciones geográficas de difícil acceso.

Aunque es el tercer Sumo pontífice que viaja a Cuba en 17 años, muchos percibieron que al archipiélago llegaba también un Papa que era el primero en muchas cosas: el primer latinoamericano y jesuita en convertirse en el sucesor de Pedro, el que rechazó vivir en el lujoso apartamento situado en el tercer piso del palacio pontificio, donde desde 1903, cuando Pío X se instaló allí por vez primera, vivían los Papas.También el que se negó a usar el tradicional anillo de oro, lleva colgada del cuello la misma cruz de metal que lucía antes de convertirse en Pontífice y unos normalísimos zapatos negros, en lugar de los lujosos zapatos de fina piel roja.

Francisco ha sido también el primero en llamar al Bloqueo de Estados Unidos contra Cuba por su nombre y no como embargo. Viajó a la isla en un particular, matizado por su en el restablecimiento de  relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y precisamente sobre este tema dejó claras sus opiniones: “La enemistad social destruye. Una familia, un país, el mundo se destruyen por la enemistad…Sean capaces de crear la amistad social”. Además, lo definió como una victoria de la cultura del encuentro, del diálogo, del “sistema del acrecentamiento universal… por sobre el sistema, muerto para siempre, de dinastía y de grupos”.

Resumir en palabras qué deja el Santo Padre en Cuba se torna entonces difícil. Cada testimonio de quien le siguió los pasos podría ser una historia, una interpretación, sin contar los otros millones que lo vimos por el televisor. Recordemos la historia del joven que intercambió con él el solideo, los tantos niños que lo abrazaron, las familias y jóvenes con las que compartió espacio, las “embarazadas de esperanza” que “se tocaron la panza” para escuchar su bendición.

Lo que sí está claro es que este hombre— que no solo es interesante por ser latinoamericano, sino por tener un discurso que ha logrado entender los principales problemas de América y de la humanidad— supo ganarse el cariño de los cubanos y despertar simpatías más allá de la religión.

En sus homilías, encuentros, misas e intervenciones apuntó ideas muy interesantes, así como consejos de vida que colocan en el centro de atención temas que son también prioridad para Cuba. Su llamado a no desproteger a los ancianos, a los enfermos, a los niños, y a todos aquellos que según sus palabras son los más frágiles, convierten en central la necesidad de desarrollar una vocación de servicio.  “El que no vive para servir, no sirve para vivir, por lo que quien quiera ser grande, que sirva a los demás, no que se sirva de los demás”, dijo el Papa y dejó a muchos reflexionando.

No dejaba yo de pensar en la similitud de ese discurso humanista con las ideas que ha defendido siempre Cuba, con las preocupaciones que vivimos cuando sabemos el alto por ciento de envejecimiento poblacional que se nos viene encima y que lo más importante es incluirlos desde la atención y el cariño. Tampoco olvidaba los lazos de intercambio social en los que se funda el barrio Cuba, que incluso otorga la condición de familia a los amigos y vecinos.

Su Santidad lo reconocía cuando calificaba a Cuba como un pueblo que tiene gusto por la fiesta, por la amistad, por las cosas bellas. “Es un pueblo que tiene heridas, como todo pueblo, pero que sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza, porque su vocación es de grandeza”.

A los jóvenes los llamó a soñar y a que marcharan juntos buscando la esperanza, el futuro y nobleza de la patria. “Un joven incapaz de soñar está encerrado en sí mismo. Sueñen, que el mundo con ustedes puede ser distinto”, expresó el Pontífice.

Nos recordó que hay muchas maneras de ser pobres y que la riqueza pauperiza cuando no tiene en cuenta la importancia del otro. “La riqueza (…) nos quita lo mejor que tenemos, nos hace pobres en la única riqueza que vale la pena para poner la seguridad en lo otro: el espíritu de pobreza, de despojo, de dejarlo todo para seguir a Jesús”

A la familia cubana también la llenó de fortalezas y le recordó la importancia de mantenerse unida: «Sin familia, sin el calor de hogar, la vida se vuelve vacía, comienzan a faltar las redes que nos sostienen en la adversidad. No nos olvidemos de algo: las familias no son problemas, son principalmente una oportunidad que tenemos que cuidar, proteger y acompañar”.

Son intervenciones que no solo tocan el corazón de los católicos, sino de todos los cubanos en general. Al abordar el avión que lo conduciría a Washington, el Papa Francisco se conectó a su cuenta en la red social Twitter y escribió: “Gracias a todos los cubanos. Gracias de corazón”.

No soy religiosa, soy de los muchos cubanos que aunque bautizada no visita la Iglesia, pero he escuchado a Francisco como quien lee un libro con consejos para la vida. Recuerdo ahora que el Papa solo pide que recen por él y con respeto dice a los no creyentes que al menos le deseen cosas buenas. Definitivamente, Francisco,  te doy también las gracias, y te deseo lo mejor que se podría desear: seguir practicando tu « de la ternura».

Fuente: Cubahora


 

Comenta esta nota:

Comentarios

Comentarios cerrados