Preguntas urgentes desde Estados Unidos

(Por Patricia Tarabini)

La matanza de Orlando abre interrogantes para la sociedad norteamericana vinculados al terrorismo, las armas y los discursos de odio en la carrera electoral propia.

Mientras Donald Trump y Hillary Clinton continúan en una encarnecida lucha por obtener las llaves de la Casa Blanca, el terror ha regresado con fuerza a la costa este de Estados Unidos.

La matanza ocurrida en un club nocturno gay en Orlando ha vuelto a recordar a la sociedad mundial que el terrorismo es una amenaza constante que permanece agazapada en cualquier rincón del planeta esperando su momento para surgir con violencia.

Todo indica que Omar Siddique Mateen, el autor de la que ya se ha convertido en la peor matanza a tiros en la historia estadounidense, sería simpatizante de ISIS, según han señalado algunos medios de comunicación que han tenido acceso a los archivos del FBI.

Este hecho nos lleva a realizar tres reflexiones. En primer lugar, existe una necesidad de determinar qué es el terrorismo, o un hecho de terrorismo. A fin de cuentas, no existe una definición unificada entre los distintos gobiernos del mundo o agencias de seguridad estadounidenses sobre qué hechos constituyen terrorismo y cuáles no lo son.

De esta manera, el FBI, la CIA, Homeland Security e incluso Naciones Unidas tienen criterios distintos para catalogar un ataque bajo la percha de “terrorismo”. Y muchas veces, la utilización de la palabra terrorismo depende de los intereses políticos (u otros) de cada agencia o de cada gobierno.

Los intentos del presidente han sido bloqueados de forma reiterada por la enorme presión que ejerce el lobby armamentístico en Estados Unidos. Y aunque la posesión de armas es un derecho constitucional, no hay duda de que a su vez facilita el acceso que criminales y terroristas tienen a éstas.

Finalmente, el ataque llega en medio de una campaña electoral empañada por los comentarios racistas de Donald Trump, que se ha encargado de generar conflicto y tensiones entre distintas culturas y colectivos, en vez de fomentar y construir puentes de entendimiento. Es importante sopesar sobre el efecto que los discursos radicales pronunciados por candidatos a la presidencia pueda tener en el devenir entero de una nación.

Estas tres cuestiones hoy se repiten en la población de los Estados Unidos. A veces juntas, a veces por separado, pero siempre con preocupación.

Fuente: Nuestras Voces


 

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