La Ley de Ajuste cubano y la hipocresía de Estados Unidos

(Cubanamera).- El restablecimiento de las relaciones de Estados Unidos y Cuba tiene muchos temas pendientes: el fin del bloqueo, la devolución del territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo, el cese de las transmisiones ilegales hacia la isla, y la derogación de las leyes anticubanas sobre migraciones. Uno de los instrumentos más nocivos sobre este tema es la «Ley de Ajuste Cubano», por lo cual Estados Unidos incita a los cubanos a abandonar su tierra y les otorga refugio automático al pisar suelo norteamericano.

Cuando ya ha pasado un año de la reapertura de embajadas en ambos países, resulta inconcebible que Estados Unidos mantenga vigente esta ley. En un acto de gran hipocresía niegan las visas que solicitan formalmente los cubanos, porque saben que de esta manera alientan el tráfico ilegal de personas. No existe una ley similar para migrantes de otras naciones: miles de mexicanos, salvadoreños o colombianos mueren en el intento de llegar a Estados Unidos, víctimas de los traficantes. Y si llegan, corren el riesgo de ser deportados o «cazados» por los mismos estadounidenses, llevando una vida de miedo, humillaciones y xenofobia.

Hace dos semanas Cuba y Estados Unidos concretaron una nueva ronda de conversaciones acerca de las migraciones. En ella, la delegación cubana expresó nuevamente su preocupación por la de la política de pies secos/pies mojados, la Ley de Ajuste cubano, y el Programa de Parole que estimula a los a abandonar sus misiones en terceros países. El buen de la reunión se contrapone a una realidad en la que los migrantes cubanos son considerados «trofeos» para regocijo de los enemigos de la Revolución.

En estos momentos, alrededor de mil cubanos se encuentran ilegalmente en Turbo, en la colombiana con Panamá, a punto de ser deportados. No son refugiados políticos: salieron legalmente de Cuba hacia Ecuador, en un periplo que los debería llevar por Colombia, Centroamérica y México. Se entregan a traficantes que les ofrecen la aventura de llevarlos a Estados Unidos en una travesía que conlleva muchos riesgos, creando una crisis internacional que implica la obligada intervención de varios gobiernos sud y centroamericanos.

La gran prensa corporativa habla de «víctimas» que «huyen del régimen» pero calla acerca de las verdaderas intenciones de esta ley que pretende desestabilizar a la Revolución cubana. En Colombia, los medios ignoran deliberadamente la grave crisis humanitaria generada por su propio conflicto, que expulsó a millones de colombianos hacia otros países y generó otros tantos desplazados internos. Muestran el «drama cubano», olvidando que en el mismo grupo hay personas de otros lugares del mundo -haitianos, africanos y asiáticos- a los que nadie pregunta cómo llegaron hasta ahí ni por qué. No exigen el fin del tráfico ilegal de personas, que pone en riesgo la vida de millones de personas en el mundo a cambio de dinero. Sin embargo, claman una solución que facilite a los cubanos llegar a su meta. La canciller María Ángela Holguín declaró que deportar los migrantes hacia México (como ellos lo solicitan), sería un error, puesto que Colombia se convertiría en un «puente» que terminaría en última instancia fortaleciendo a los traficantes.

Si Estados Unidos realmente le apuesta a normalizar sus relaciones con Cuba, debe terminar con sus políticas de agresión permanente hacia la isla. Si el interés es atraer migrantes hacia su nación, sencillamente debería eliminar la exigencia de visas a todos los países del mundo.

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