El «muchacho de goma» que volvió a caminar

Un joven camagüeyano cayó de una altura de 12 metros y no solo vive para contar su historia, sino que, gracias al esfuerzo de los médicos, ha vencido su paraplejia

Por Yahily Hernández Porto / Juventud Rebelde

CAMAGÜEY.— La historia que esta vez publica JR, aunque lo parezca, no es de ficción. Muy real es la experiencia de un camagüeyano que, con 17 años de edad, tuvo un estremecedor episodio, al que le siguió un relato de amor, solidaridad, perseverancia, entrega familiar y maternal, y mucho empeño de la cubana.

El 5 de enero de 2013 la vida del adolescente Yendry Pérez Figueroa se transformó en un martirio. Mientras disfrutaba junto a sus amigos del enfrentamiento beisbolero entre Camagüey y Ciego de Ávila en el estadio Saturnino Lora (poblado de Jaronú, comunidad de Brasil, del municipio de Esmeralda), cayó de lo más alto de las gradas: 12 metros.

Su amigo Pedro, que lo acompañaba aquella tarde, también se precipitó y vino a caer sobre él. Esta atenuante evitó que Pedro corriera su misma suerte, rememora Yendry, a quien muchos nombran desde entonces el «muchacho de goma».

«Eran las tres de la tarde y el juego estaba caliente, ganábamos tres por una en el quinto inning. Entonces sentí que la baranda se estremeció y cerré los ojos.

«Pedrito tuvo múltiples fracturas, pero se recuperó y pudo caminar. Yo abrí los ojos a los nueve días del accidente y quedé parapléjico, recuerda quien ahora da sus primeros pasos en el Hospital Clínico Quirúrgico Amalia Simoni, de la ciudad agramontina.

Y se formó el corre-corre

El espectáculo deportivo se detuvo. Los cientos de espectadores de la instalación esmeraldeña se sumaron al «corre-corre» para salvar a Yendry de la muerte. Los deportistas de ambos equipos, organizadores del evento, autoridades de la provincia y el pueblo de Esmeralda rindieron respeto al dolor de ambas familias.

«El juego se suspendió y se reinició dos horas después, luego de conocerse sobre nuestros estados de salud», dice Yendry. «Ese gesto no lo olvidaré, ni las muestras de apoyo a mi familia y a mi madre, Mariela Figueroa Malleta, quien no se ha separado de mí», afirma emocionado.

¿Dónde están mis piernas?

Este muchacho, quien vive junto a su madre y familia, en calle Primera, número 37, entre G y F, del reparto Armando Mestre, en la comunidad de Brasil, Esmeralda, describe el momento en que descubrió su parálisis total como el más desesperante y amargo de toda su vida.

«Yo era feliz, como cualquier muchacho tenía mi novia, mis amigos, incluso estaba en la EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva), en la especialidad de atletismo y, de repente, al abrir los ojos, no pude ni mover los dedos. Eso fue como morir en vida», cuenta aún con tristeza.

Yendry repasa en su mente cada detalle de su lamentable descubrimiento: «Me pregunté: ¿Dónde están mi piernas?, y entré en pánico. Quise quitarme las mangueras del cuerpo, pero no pude. Estaba muy desorientado, agitado y dolido, pero al ver a mami y a todos los médicos junto a mí, empecé a tranquilizarme, hasta que descubrí mi parálisis total», rememora.

El milagro de las células madre

Por más de tres años ininterrumpidos han estado Yendry y su familia en hospitales de Camagüey. Primeramente en el Pediátrico Eduardo Agramonte Piña, donde fue internado un año y dos meses y se le realizaron dos importantes operaciones: la que descomprimió su médula espinal y estabilizó su parte ósea —efectuada por neurocirujanos y ortopédicos—, y la que permitió drenar la sangre acumulada en sus músculos, por el padecimiento de síndrome compartimental (al paciente se le rompe un vaso sanguíneo, acumula sangre en los músculos y la drenan para evitar su necrosis y no comprometer la recuperación).

Luego vendría otro largo período en el hospital Amalia Simoni, el cual se extiende hasta la actualidad, y en el que el «muchacho de goma» ha tenido que asumir una lenta, pero muy efectiva rehabilitación, gracias al empeño de los médicos, el tratamiento con células madre y el empleo de la física.

«Mi hijo ha tenido innumerables muestras de cariño de todos sus amigos y profesores, reconoce su progenitora. Cuando menos imaginamos que volvería a moverse, el milagro llegó gracias al trabajo de doctores, técnicos y enfermeras, quienes nunca dejaron de tener esperanza ni permitieron que nosotros la perdiéramos».

Foto: Rodolfo Blanco

En julio de 2015 el regalo llegó a esta familia esmeraldeña. «Me despertó un hormigueo muy extraño en las piernas que me devolvió la esperanza», dice Yendry. «Desde que llegué al Amalia me sometieron a los procesos de tratamiento con células madre, lo que mantuvo mi fe», refiere.

Mas, no todo fue color de rosa en la mejoría gradual del muchacho, pues con el retorno de la sensibilidad en sus piernas, también apareció un intenso dolor, el que requirió de otra operación.

Al respecto, el doctor Antonio Puente Álvarez, especialista de segundo grado en Ortopedia y Traumatología —quien lidera el equipo multidisciplinario que desarrolla la práctica médica de las células madre en el hospital Amalia Simoni— explica los detalles de aquel nuevo padecimiento.

«Cuando Yendry recuperó su sensibilidad, apareció un dolor de cadera y se le realizaron exámenes de Rayos X. Observamos entonces una fractura de cadera con necrosis de su cabeza femoral. El 13 de septiembre pasado hubo que efectuarle una osteotomía, que demandó la creación de una articulación nueva, para que no solo desapareciera el dolor, sino que pudiera continuar su rehabilitación», expone el especialista.

Informa el también profesor titular y consultante, que el equipo —integrado además por los doctores José García y Roberto Marrero, ambos especialistas en Ortopedia y Traumatología; Félix Leandro Morfa, especialista de primer grado en Hematología; Yusimí Martín, residente de cuarto año en Ortopedia; Dunia Rodríguez, especialista en transfusional; la sicóloga Liudmila González Guzmán y las rehabilitadoras Eliasib Torral y Lubia Sánchez— «ha permanecido casi dos años junto a Yendry, quien es “hijo ilustre” de este hospital», asegura.

Al cierre de este reportaje, Yendry continuaba infiltrándose células madre y ya daba sus primeros pasos con los ortesis (aparatos) colocados en ambas piernas.

Mientras este esmeraldeño sonríe, confiesa a JR que ha enamorado a una linda muchacha y sueña con ser informático, con una fiesta en su casa y con dejar atrás a su buena «amiga» la silla de ruedas.

Yendry es uno de los más de 750 casos que en los últimos tres años han recibido alguna variante de la regenerativa en el hospital clínico quirúrgico Amalia Simoni y uno de los tres pacientes con traumas de columna severos que actualmente trata el doctor Puente con buenos resultados.

La osteonecrosis, la artritis reumatoidea, los traumas ortopédicos y las afecciones angiológicas, han sido los principales blancos hacia los que se ha dirigido la aplicación de células hematopoyéticas y de plasma rico en plaquetas, todo obtenido del propio paciente.

En casos como el de Yendry, la medicina regenerativa permite mayores posibilidades de rehabilitación, pues promueve la regeneración de tejidos y ello contribuye al éxito de técnicas como la terapia física, el electroestímulo, la quinesiología y otras. Un ciclo completo de este tratamiento, gratuito para los cubanos, cuesta cientos de miles de dólares. (Con información de la ACN)

Fuente: Juventud Rebelde / Fotos: Rodolfo Blanco


 

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