Venezuela: el chavismo gana otra batalla

(Por Lucio Garriga Olmo)

El chavismo logró, una vez más, desbaratar los intentos golpistas de la derecha más reaccionaria. El eficaz llamado al diálogo con la mediación del Papa y la Unasur, la unidad en torno al liderazgo de Maduro y la movilización popular fueron algunas de las claves de esta nueva victoria de las fuerzas bolivarianas.

La oposición tiene en claro algo: quiere sacar a Nicolás Maduro del poder como sea. También tiene un problema muy grande: no sabe cómo. La derecha venezolana está nucleada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), heterogénea coalición compuesta por más de 20 partidos que nunca logró la unidad necesaria para semejante paso político.

Lo intentaron con las denominadas “guarimbas” en 2014 que provocaron 43 muertos y graves destrozos en hospitales y edificios públicos. Lo buscaron con el desabastecimiento y el sabotaje a la economía pero tampoco lo lograron. Con la victoria en las elecciones legislativas del pasado diciembre dieron un paso importante, lograron controlar la Asamblea Nacional y obtuvieron un canal importante para sus planes desestabilizadores. El carácter golpista de la oposición quedó claro con las declaraciones del presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, partícipe del golpe de 2002, quien había afirmado luego de asumir su cargo que sacarían a Maduro “en seis meses”.

Con el control del Parlamento, en abril activaron el referendo revocatorio para destituir a Maduro, pero lo hicieron demasiado tarde para que los tiempos legales permitieran realizarlo este año. La fecha en que se realice la consulta no es un dato menor: si se realiza antes del 10 de enero y se logra revocar a Maduro, se debe convocar a elecciones anticipadas, pero si se realiza después de esa fecha y la oposición gana, el período presidencial lo termina de cumplir el vicepresidente. Algo que la oposición no puede ni quiere permitir. Quieren sacarlo ya.

Los últimos acontecimientos evidenciaron que la oposición se encuentra, desde hace tiempo, muy dividida, a diferencia del chavismo que cerró filas detrás de Maduro para defender el proceso revolucionario iniciado por Hugo Chávez. Sectores como Vente Venezuela, liderado por María Corina Machado -también figura emblemática del golpe de 2002- y Leopoldo López, responsable de las guarimbas de 2014, buscan una confrontación directa con el chavismo, mientras que otros como Ramos Allup o Henrique Capriles prefieren desgastar al gobierno, económica y socialmente, para ganar por la vía electoral.

Plan golpista 2016

El 23 de octubre, la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, aprobó que Maduro había realizado un golpe de Estado y había roto el orden constitucional. A los pocos días aprobaron abrirle un juicio político, ilegal, por “abandono de cargo”. Hay que aclarar que esta Asamblea está en desacato desde agosto por haber incluido a diputados del estado Amazonas suspendidos, por lo cual todas sus decisiones están fuera de la ley. Además, según la Constitución venezolana, el Poder Legislativo no tiene la facultad de realizarle juicio político al presidente, como sucedió en Paraguay o Brasil.

El pretexto de este intento golpista fue la decisión de la Justicia de suspender momentáneamente el proceso del referendo revocatorio luego de comprobarse que de las 1.957.779 firmas presentadas en la primera fase, 605.727 eran fraudulentas: firmaron más de 10 mil fallecidos, más de 53 mil personas que no están en el padrón electoral y más de tres mil menores de edad.

Al mismo tiempo que la oposición llamaba a una nueva marcha esta vez hacia el Palacio de Miraflores, el gobierno convocaba a un diálogo con mediación del Vaticano y la UNASUR. Finalmente el primer encuentro se dio el domingo por la noche y la jugada oficialista terminó siendo efectiva: este martes la oposición anunció que pospone la sesión para iniciar el supuesto juicio político y que levantaba la movilización prevista para el jueves.

Pero la volvió a mostrar sus fisuras internas. El partido Voluntad Popular, de Leopoldo López, y Vente Venezuela, de María Corina Machado, mostraron su disconformidad con la medida. La ex diputada aseguró: “No es momento de retroceder, es momento de avanzar”. La presencia del Vaticano fue muy fuerte para la oposición como para volver a rechazar el diálogo con el chavismo, como lo hizo en reiteradas oportunidades. La presión internacional creció con las declaraciones del enviado papal, Claudio María Celli: “El Papa sigue muy de cerca la compleja situación”.

La comunidad internacional no es la única que convoca al diálogo. Según una encuesta de Hinterlaces, el 83% de los venezolanos está de acuerdo con que el gobierno y la oposición se sienten a conversar y el 65% considera que es la resolución a los problemas económicos que azotan al país.

La oposición se encuentra en una encrucijada con sus bases, de clase media y alta, no cuenta con apoyo popular, obrero y campesino: llamó a movilizar a Miraflores pero luego canceló la marcha, prometió sacar a Maduro y al chavismo del poder pero todavía no lo logró. Estos fracasos políticos aumentan el malestar interno pero, al mismo tiempo, aumenta la bronca de las bases con los propios dirigentes, algo que se vio en la última marcha cuando algunos dirigentes fueron chiflados por los manifestantes.

Los problemas de la oposición no terminan ahí. Convocaron a un paro de actividades de 12 horas el pasado viernes pero fracasaron: no tienen un apoyo popular de obreros y trabajadores capaz de parar la producción y la actividad económica del país y la burguesía, aliada en el golpe de 2002, en este caso no jugó abiertamente y tampoco paró. Además, la oposición no controla el sistema judicial, a diferencia de la oposición a Lula da Silva y Rousseff en Brasil, y tampoco cuenta con el visto bueno de las Fuerzas Armadas, leales y fieles al proceso chavista.

Además, se le termina el tiempo para poder realizar un golpe de Estado. En febrero habrá elecciones primarias, a fines del segundo semestre habrá elecciones regionales, al terminar el 2017 elecciones a intendentes y en 2018 las presidenciales. El discurso de que en Venezuela hay una dictadura ya no tendrá sustento, si es que lo todavía lo tiene, ante semejante cantidad de elecciones. Un dato para recordar: se realizaron 20 elecciones en los últimos 18 años. ¿Qué otro país ostenta semejante número de elecciones abiertas y democráticas? La oposición las intentó desprestigiar, llamó al boicot, no presentó candidatos, denunció fraude, no reconoció los resultados, pero nunca pudo lograr sus objetivos. Lo cierto es que cuando ganaron, como en diciembre pasado, reconocieron los resultados sin ningún problema.

A diferencia de una oposición con muchas fisuras a nivel interno y problemas de liderazgo con las bases, el chavismo está alerta y en permanente movilización (realizó diez marchas multitudinarias en ocho días). Quizá allí radica su mayor poderío: demostrar en los momentos claves que la principal forma de seguir ganando batallas es la unidad y la movilización popular.

Fuente: Marcha


 

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