Homenaje a Fidel en Bogotá

Bogotá. En la mañana del domingo 4 de diciembre partió una caravana en homenaje a Fidel desde la Embajada de Cuba hacia la Universidad Nacional, donde el padre SJ Javier Giraldo ofreció una homilía. El acto fue organizado por el Movimiento Colombiano de Solidaridad con Cuba, y asistieron numerosos amigos de Cuba, agradecidos con el Comandante por su lucha a favor de la paz en Colombia.

Al término de la ceremonia religiosa, el Embajador de Cuba en Colombia, Sr. José Luis Ponce, agradeció al Movimiento de Solidaridad y a los amigos colombianos por su presencia.

 

«Amigos de Cuba:

Las cenizas de un hombre digno y virtuoso fueron depositadas esta mañana en un nicho. Desde allí sigue irradiando luz y ejemplo. Hoy el Movimiento de Solidaridad con Cuba de Colombia le rinde homenaje desde esta humilde morada de Dios, como colofón a una jornada de sincera amistad y condolencia que comenzó pocos minutos después de que se dio a conocer su desaparición física.

Me siento honrado con la invitación que usted me hace, Padre, de poder usar la palabra. Los que hemos presenciado el desfile constante de amigos pasar por nuestra Embajada a firmar el libro de condolencias, hemos podido apreciar el cariño y el sentimiento de agradecimiento de este pueblo hacia nuestro Comandante en Jefe. Nosotros nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos por su compañía y aliento en estos difíciles momentos.

En este santo recinto, permítame Padre, recordar las palabras de Fidel en la bienvenida al papa Juan Pablo II, el primero de tres Papas que visitaron a Cuba y estuvieron en contacto con Fidel. Y cito:

«Qué podemos ofrecerle en Cuba, Santidad. Un pueblo con menos desigualdades, menos ciudadanos sin amparo alguno, menos niños sin escuelas, menos enfermos sin hospitales, más maestros y más por habitante que cualquier otro país del mundo que Su Santidad haya visitado. Un pueblo instruido al que usted puede hablarle con toda libertad que desee hacerlo y con la seguridad de que posee talento, elevada cultura política, convicciones profundas, absoluta confianza en sus ideas y toda la consciencia y el respeto del mundo al escucharlo. No habrá ningún país mejor preparado para conocer su feliz idea tal como nosotros la entendemos y tan parecida a la que nosotros predicamos, de que la distribución equitativa de las riquezas y la solidaridad entre los hombres y los pueblos deben ser globalizadas.»

Creo que esas palabras ilustran el credo de Fidel, el leit motiv de su vida, el rumbo que se trazó en su lucha en defensa de la humanidad. Esas palabras identifican el legado que Fidel dejó para Cuba y que quería para la humanidad.

Fidel fue un defensor de la paz en Colombia. El 11 de julio de 1999 en un discurso pronunciado en la clausura del primer Congreso Internacional de Cultura y Desarrollo dijo «Como lo que tenemos que hacer es tratar de colaborar con Colombia, con el país, ayudar al país a alcanzar una paz justa, una paz que beneficie a todos, desde luego». Fin de la cita. La esencia de esta idea la desarrolló en varias entrevistas, especialmente en su libro «La paz en Colombia». El pueblo de Colombia siempre tuvo en Fidel un aliado.

Durante sus últimos diez años al frente del gobierno revolucionario tuve la oportunidad de acompañarlo en viajes a varios países o a las áreas en Cuba que estaban siendo afectadas por huracanes, en entrevistas a periodistas de varias latitudes y otras actividades en las que me honró con su confianza. Fui testigo del cariño y la admiración que despertaba a su paso, de su bondad, de su humildad, de su coraje, de su carácter antiimperialista, de su firmeza de criterio y de su inmensa solidaridad con la humanidad, con los desposeídos, con los indígenas, con los negros, con los campesinos, con los obreros, en compañía de los cuales disfrutaba.

Pude ver de cerca al Fidel que no se rindió, el que siempre pudo, el que nos enseñó a resistir, el que nunca temió al peligro y lo desafiaba, sin otro chaleco que la moral. El hombre sencillo y amable, el que rechazaba adoración o que se le reconocieran méritos. El que no reclamaba gloria, el que respetaba las ideas del adversario aunque no las compartiera. El que rechazaba cualquier discriminación, el que confiaba en hombres y mujeres, el de la fe en el futuro, el que sigue vivo en el pecho de todos los cubanos.

A ese Fidel le damos hoy la bienvenida a la eternidad. De él debemos seguir estudiando y seguiremos recibiendo los insumos necesarios para convertirnos en mejores seres humanos. A todos ustedes les damos, en nombre del pueblo y el gobierno de Cuba, nuestro profundo agradecimiento por este y otros sentidos homenajes a nuestro Comandante en Jefe. Y les renovamos nuestro compromiso con la paz de Colombia, que es el compromiso de Fidel.

Muchas gracias.»

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