“Otra vez la OEA…”

(Por Mario Tapia / Cubahora)

El pasado 21 de marzo, en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, tuvo lugar la audiencia por el Día Internacional de la Lucha contra el Racismo y la Xenofobia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), donde uno de los temas tratados fue la situación de la población negra en Cuba.

Desde 1962 Cuba abandonó su escaño en la OEA ante la intención de los Estados Unidos de intervenir mediante este mecanismo regional en sus asuntos internos. Hoy, el gobierno cubano y su pueblo mantienen el principio inamovible de no regresar jamás a esta organización mientras responda de manera servil a los intereses imperiales.

Sin embargo, contradictoriamente, medios internacionales opuestos a la Revolución aseveran que el informe fue presentado por una “delegación cubana”. Por tanto, cabe preguntarse quienes fueron los “encargados de representarnos” y cuál es el contenido de dicho documento.

En un nuevo intento de manipular temas como los derechos humanos, específicamente la racialidad, la OEA recibió a miembros de la contrarrevolución para que expusieran cómo se comporta esta temática en Cuba. En esta ocasión asistieron Juan Antonio Madrazo Luna, Fernando Palacio Mogar, Marthadela Tamayo González, Maricel Nápoles González, Jorge Amado Robert Vera; todos miembros del grupúsculo Comité Ciudadano por la Integración Racial (CIR). También acudió Carlos Quesada del Instituto Internacional sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos, quien desde su luneta evaluaba la actuación de sus pupilos, pues la Fundación Nacional para la Democracia no les paga por nada.

En sus declaraciones, Madrazo Luna no dudó en acusar a la Revolución cubana de violar sus compromisos con organizaciones internacionales al “invisibilizar a los afrodescendientes”, de no reconocer sus derechos sociales, políticos, económicos y culturales y de no promover un diálogo abierto sobre la problemática racial del país.

Llama la atención el uso constante del término afrodescendiente, empleado únicamente en sociedades marcadas por una fuerte discriminación racial, como resultado, en última instancia, de la nacional de esos países, condicionada por patrones sociales, culturales, políticos implantados por las “élites blancas” desde los círculos de poder, con el fin de afianzarse como sector hegemónico. Por tanto, para nada se corresponde con la realidad cubana, donde no existe tal “élite” ni un gobierno que fomente la segregación desde sus instituciones o medios de comunicación.

El triunfo de la Revolución rompió con este esquema en Cuba, basando su actuar en el principio martiano “…dígase hombre y ya se dicen todos los derechos”. Desde entonces, cada ápice de tierra movida ha sido pensando en la emancipación de todos los cubanos, quienes son resultado del exquisito ajiaco multiétnico descrito por el Dr. Fernando Ortiz.

Cuba es el único país que garantiza una educación gratuita y universal en todo el sentido de la palabra como un derecho inalienable del ser humano, no porque aparezca en la vilipendiada Declaración Universal de los Derechos Humanos, sino por el propio carácter social de nuestro proceso revolucionario. Sucede lo mismo con la salud, el acceso a los institutos de artes, científicos, deportivos sin importar el color de la piel, sexo o posibilidades económicas.

Es garantizada y se estimula la inserción de las personas en la vida laboral, como única forma honrada de satisfacer las necesidades materiales y espirituales del individuo y como aporte al desarrollo de la sociedad. Solo el 3,4 % de la población de 15 años o más están desocupados, según el censo del 2012, lo cual debe haber variado a partir del incremento de ofertas de trabajo con la inclusión y ampliación de nuevas formas de gestión económica. De ellos un 1,3 % son considerados negros o mestizos.

Por otro lado, no existen leyes que mutilen los derechos políticos de los negros o mestizos. Todo cubano a partir de los 16 años está capacitado para insertarse en la vida política del país. Tampoco existen limitaciones para que ocupen cargos administrativos o de otro tipo.

En el discurso de clausura del VII del Partido Comunista de Cuba, nuestro presidente Raúl Castro afirmó: “Más del 98 % de los miembros del Comité Central cuentan con nivel universitario, la representación de las creció y ahora alcanza el 44, 37 % y también de los negros y mestizos con el 35, 92 %”.

Si hoy existen reminiscencias heredadas de la colonia y acentuadas por 50 años de dominación estadounidense, nuestros académicos e intelectuales de diversos centros de estudios sociopolíticos ventilan cada aspecto que atenta contra la erradicación total de la discriminación o autoenajenación. Aspectos que son tratados con los jóvenes en talleres, conferencias magistrales en aulas universitarias, en la prensa, la radio y telvisión.

No puede acusarse a un gobierno o país de racista cuando hombres y de todas las edades y color de piel partieron hacia otro continente a combatir el apartheid y regresaron con una única riqueza, la satisfacción del deber cumplido.

Tampoco es de extrañar que la OEA sirva de tribuna y acoja “placenteramente” a estos personajes. El día 22 de febrero del 2017 nuestra denunció la intentona orquestada por grupúsculos internos orientados y apoyados financieramente desde el exterior, donde el invitado especial era el secretario general Luis Almagro.

Por supuesto, como el tema era Cuba y corrían el riesgo de quedar fuera de orden, “los defensores” no pudieron denunciar o referir los asesinatos callejeros perpetrados por la policía estadounidense contra negros de ese país durante el pasado año.

Fuente: Cubahora


 

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