En Argentina: Aniversario del fallecimiento de Evita, la abanderada de los humildes

(Por aen:)

Su inconmensurable amor por los desposeídos, su apasionada lucha por la justicia social y su coraje para enfrentar a los dueños del poder cambió definitivamente la Argentina. Su vida se apagó un 26 de julio de 1952, pero su llama arde eterna en la conciencia popular argentina.

A las 20:25 horas del 26 de julio, el pueblo argentino se cubrió de un luto incomparable. Evita había fallecido, pero su fuego se volvió bandera en la liberación de los humildes, pese a la ofensa de las clases acomodadas que celebraron públicamente la desaparición física de la mujer que se había transformado en el puente más directo entre y los trabajadores.

Palabras de Evita

“Solamente los fanáticos -que son idealistas y son sectarios- no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran.

Para servir al pueblo hay que estar dispuestos a todo, incluso a morir. Los fríos no mueren por una causa, sino de casualidad. Los fanáticos sí. Me gustan los fanáticos y todos los fanatismos de la historia. Me gustan los héroes y los santos. Me gustan los mártires, cualquiera sea la causa y la razón de su fanatismo.

El fanatismo que convierte a la vida en un morir permanente y heroico es el único camino que tiene la vida para vencer a la muerte.

Por eso soy fanática. Daría mi vida por Perón y por el pueblo. Porque estoy segura que solamente dándola me ganaré el derecho de vivir con ellos por toda la eternidad.

Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados.

El fanatismo es la única fuerza que Dios le dejó al corazón para ganar sus batallas. Es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo lo que suene a corazón.

Por eso los venceremos. Porque aunque tengan dinero, privilegios, jerarquías, poder y riquezas no podrán ser nunca fanáticos. Porque no tienen corazón. Nosotros sí.

Ellos no pueden ser idealistas, porque las ideas tienen su raíz en la inteligencia, pero los ideales tienen su pedestal en el corazón. No pueden ser fanáticos porque las sombras no pueden mirarse en el espejo del sol.

Frente a frente, ellos y nosotros, ellos con todas las fuerzas del mundo y nosotros con nuestro fanatismo, siempre venceremos nosotros.

Tenemos que convencernos para siempre: el mundo será de los pueblos si los pueblos decidimos enardecernos en el fuego sagrado del fanatismo.

Quemarnos para poder quemar, sin escuchar la sirena de los mediocres y de los imbéciles que nos hablan de prudencia.

Ellos, que hablan de la dulzura y del amor, se olvidan que Cristo dijo: «¡Fuego he venido a traer sobre la tierra y que más quiero sino que arda!»

Cristo nos dio un ejemplo divino de fanatismo. ¿Qué son a su lado los eternos predicadores de la mediocridad?”

Su vida

María Eva Duarte de Perón nació el 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, una localidad de la provincia de Buenos Aires. Fue una mujer al que el pueblo llamaba “Evita”. Fue la esposa de y Primera Dama durante su primer gobierno. Una vida corta y refulgente la convirtieron en un mito; un mito que en ocasiones vela la real y concreta dimensión de su militancia.

El voto femenino

La participación de Evita en la cuestión del voto femenino fue determinante. Esta reivindicación comenzó a principios de siglo con el movimiento feminista y se mantuvo hasta la década del 40. El 26 de julio de 1945, en un acto celebrado en el Congreso, Perón expresó su apoyo a la iniciativa, sin embargo, la iniciativa no prosperó ya que la de Mujeres, presidida por Victoria Ocampo, resolvió rechazar el voto otorgado por un gobierno de facto. El 26 de julio de 1946, en su primer mensaje al Congreso, el ahora presidente Perón, volvió a lanzar la iniciativa e inmediatamente Evita inició la campaña. Reunió legisladores, recibió delegaciones de mujeres todo el país, convocó a la participación a través de la radio y de la prensa. Así, se realizaron asambleas, se publicaron manifiestos y grupos de trabajadotas salieron a la calle a reclamar por la ley. En poco tiempo, las mujeres reconocieron a Evita como su portavoz. Comenzaron las labores parlamentarias y a poco de su regreso de su viaje a Europa, el 23 de setiembre de 1947, en un acto en la Plaza de Mayo auspiciado por la CGT, Perón entregó a Evita una copia de la ley del Voto Femenino –Ley 13.010–.

La Fundación Eva Perón

Sin embargo, los mayores esfuerzos de Evita estaban dedicados a la Fundación que llevaba su nombre. Desde los años ’30, una sucesión de democracias fraudulentas y gobiernos militares impedían el cumplimiento de la voluntad popular. El Estado argentino, organizado en función de los intereses de la oligarquía terrateniente y los grupos económicos, carecía de las organizaciones e infraestructura necesaria para atender las necesidades de los humildes. De los sectores más postergados se ocupaba “la beneficencia”, a cargo de las familias pudientes de cada ciudad del país y la Iglesia, que se limitaba a subvencionar unas pocas instituciones de ayuda. Y este modelo fue el que saltó en pedazos con el advenimiento del peronismo. La Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires –fundada por Bernardino Rivadavia– designaba presidenta honoraria a la primera dama. Cuando Eva Perón reclamó el cargo, le fue negado bajo varias excusas. Así, el gobierno dispuso el 6 de setiembre de 1946 la clausura y disolución de la Sociedad y su lugar es ocupado por la Fundación Eva Perón.

En la Fundación, Evita recibía personalmente a los necesitados y se ocupaba de sus urgencias. Con fondos provenientes de aportes voluntarios, aportes obligatorios –deducciones de los jornales de los trabajadores–, donaciones de empresas privadas y fondos del Estado, la Fundación adquiría alimentos, ropa, máquinas de coser, libros y juguetes que distribuía a familias carenciadas del país. Ahora, sí su acción social se hubiese limitado a esta entrega de bienes poco hubiese diferido de “la beneficiencia”. Lo importante de la Fundación es que motorizó la obra pública de carácter social, a la vez que promovió los derechos de los trabajadores, de los ancianos y de los niños no a recibir una dádiva sino a participar de los beneficios del Estado.

La obra de la Fundación fue gigantesca. Construyó veintiún  hospitales y policlínicos en once provincias –22.650 camas– y diecinueve Hogares Escuela –25.320 vacantes– y desarrolló un plan de construcción de mil escuelas en el país –escuelas agrícolas, escuelas talleres y jardines de infantes y maternales–. Sus Hogares para Ancianos cobijaron a más de 2.300 personas y el Hogar de la Empleada daba alojamiento y comida a cientos de mujeres  humildes. En los Hogares de Tránsito, más de 45.000 personas recibieron alojamiento hasta que resolvían su problema de vivienda. Los Campeonatos Infantiles «Evita» y los juveniles «Juan D. Perón» congregaros a miles de participantes –120.000 en 1949–, lo que hacia posible un amplio control sanitario a nivel nacional, realizado por el Departamento Médico de la Fundación a cada uno de los participantes. La Fundación también extendió a los países extranjeros en situación de catástrofe o necesidad, entre ellos, Ecuador, España, Italia, Israel, Francia, Japón, Perú y Bolivia.

La enfermedad

Tan vertiginosa como su acción fue la enfermedad que se la llevó en pocos meses. En 1951, Evita comienza a sufrir los primeros síntomas de su enfermedad. Sufre desmayos por lo que debe alejarse temporalmente de sus actividades. En agosto, una multitud pide la reelección de Perón y a Evita como compañera de fórmula. Evita se dirigió a la multitud y pidió tiempo para tomar la decisión. Finalmente, el 31 de agosto, Evita renuncia a tal distinción por la cadena nacional de radiodifusión. En 1952 se agrava su estado de y el 26 de julio fallece.

El legado

Tres años después, 1955, un golpe de estado derroca el segundo gobierno peronista y se inicia una campaña para erradicar la figura de Evita de la memoria de los argentinos. Sin embargo, sus  “descamisados”, sus “cabecitas negras” jamás la olvidaron. Su accionar, absolutamente consecuente con sus ideales, aún inspira proyectos que buscan una Argentina justa y soberana.

 

Fuente: Argentina.ar


 

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