Cuando Yoani Sánchez llegó a El País

(Por Ana Mirian Mazón Moreno / Pensar en Cuba)

Construir falsos líderes de opinión es una táctica de subversión empleada de forma sistemática por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos. En el caso particular de Cuba, aprovechando la poca reputación de la disidencia tradicional y el auge de las nuevas tecnologías, apostaron por construir la imagen de una bloguera disidente llamada Yoani Sánchez.

Además de contribuir al posicionamiento de su blog, traduciéndolo a más de diez idiomas, garantizándole una conexión a Internet permanente y el seguimiento con falsos perfiles en las redes sociales, le permitieron publicar en el diario El País, lo cual contribuyó a validar su «historia personal». Cada trabajo del periódico fue edificando un personaje cuyo cambio de imagen, alegato y por ende, proyección, evoluciona a medida que se potencia el discurso propagandístico a su favor.

La intención de este artículo es indagar en cómo se ha insertado la figura de esta bloguera en dicho medio de prensa y cómo su construcción es otra estrategia más de la política de subversión contra Cuba en el entorno mediático.

El 3 de enero de 2008, Yoani Sánchez hizo su primera aparición en las páginas del diario de la pluma de Mauricio Vicent, entonces corresponsal en La Habana. Una entrevista bajo el título «La vida no está en otra parte, está en otra Cuba», da inicio a la conversación entre el periodista y la joven, quien ocupó completamente la contraportada de la edición española. Otra Cuba, resulta una alusión directa a otro sistema social, otro gobierno, otra nación diferente. La frase constituye un juicio categórico que asume una sola alternativa para lograr los cambios en Cuba y, contradictoriamente, deja a la imaginación ese proyecto que tanto ansía la bloguera. Este hecho confirma el rasgo distintivo del diario respecto al tema del cambio de gobierno en Cuba, pues tampoco reparan demasiado en vislumbrar lo que podría formar parte de esa proyección de otra Cuba. Declaran que hace falta algo diferente, pero no saben muy bien qué es.

En la primera línea, una aclaración de Vicent deja claro que la bloguera no es una disidente, aunque precisa que administra un blog contestatario. Esto resulta confuso. Buscando en el origen de los términos, el Diccionario de La Lengua Española precisa que el adjetivo disidente proviene del sustantivo disidencia: discrepancia, divergencia, desacuerdo muy notable de opiniones, ruptura. Por otra parte, contestatario emana del verbo contestar cuyos sinónimos son precisamente discrepar, protestar, contradecir. Realmente no se percibe una diferencia significativa entre ambos términos. El objetivo del autor es mantener la lógica del discurso propagandístico en torno a la bloguera, que busca alejarla de la imagen de la disidencia tradicional.

Frases cargadas de ambigüedad esbozan un intento por comprender el sentir y el pensar de esta joven. Esta estrategia de apelación a las emociones es muy común en el tratamiento comunicativo a Yoani Sánchez. Además se suma otra estrategia discursiva que acentúa los atributos negativos/positivos del otro, por medio de comparaciones entre los grupos que sustentan la polarización. De esta manera, se contrapone al tono agresivo con que, de manera muy sutil, califican al gobierno de Cuba. Precisamente, es esa contraposición la que sobredimensiona los valores positivos de la bloguera y los negativos del sistema político en Cuba.

La introducción a Yoani Sánchez se centra en su actividad como creadora del blog Generación Y, precisando que este aglutina a un «considerable número de seguidores». En los siguientes párrafos, el reportero explica cómo la joven logra conectarse a Internet y actualizar su blog, sorteando las regulaciones estatales y aludiendo a su pericia y firmeza, al no temer «las posibles repercusiones políticas». ¿Acaso está violando la ley? Y si fuera así ¿Violar esa ley se convierte automáticamente en una cuestión política?

A primera lectura, no parece Yoani Sánchez el centro del trabajo periodístico, pero esta mención fija un punto de partida en dos direcciones. Por una parte, al hacer referencia a testimonios anónimos, la figura de la bloguera sobresale por ser la única a la que se alude con nombres y apellidos. Esto contribuye a que el lector ávido de información indague sobre su labor. ¿Y qué mejor manera que visitar Generación Y? Al fin y al cabo, querrá tropezar con los testimonios de primera mano, sin periodistas intermediarios traduciendo el panorama cubano.

La segunda dirección en que opera este reportaje es delimitar la posición del emisor (que definirá a los siguientes artículos), al simpatizar con la labor de la bloguera. Ciertamente resulta una estrategia de manipulación interesante: El País no solo pone a disposición de sus lectores una verdad, sino que además exhorta a que estos profundicen en las temáticas abordadas, por supuesto, pautando cuáles son las referencias indicadas. A partir de entonces, los artículos periodísticos sobre la autora de Generación Y, comenzaron a ser recurrentes en las páginas del diario español, elaborándose 17 trabajos durante el año 2008.

Un elemento que distinguirá todas las publicaciones siguientes será el uso tendencioso de la autopresentación positiva de nosotros (en este caso El País como defensor de Yoani Sánchez y su «causa»), y presentación negativa de los otros (el gobierno cubano), una estrategia discursiva que hará valer argumentos y valoraciones de aparente honestidad en torno a la labor de la bloguera cubana, y satanizando cualquier gestión del Estado. Este discurso se valdrá principalmente de términos como «dictadura», «régimen castrista», «régimen totalitario» o simplemente «régimen», expresiones usuales en el tratamiento propagandístico de medios de comunicación con un discurso de franca oposición al sistema político en Cuba.

Dichas expresiones establecen en el lector puntos de comparación inconsciente frente a las descripciones sobre Yoani Sánchez, tales como «cronista de la vida cotidiana», «joven bloguera», «habanera valiente» o «valerosa cubana». Cualquier lector del diario español habituado a una serie de estereotipos fijados por la línea editorial, se sentirá en franca simpatía con la actitud de una mujer que se enfrenta a un sistema represor y rechazará cualquier acción que este emprenda, sin buscar segundas referencias.

En cuanto al empleo de las fuentes, los reporteros acudieron mayormente a las declaraciones de la bloguera, ya fuese por twitts, publicaciones en Generación Y o testimonios ofrecidos en entrevistas. En pocas ocasiones hicieron alusión a declaraciones oficiales y se omitieron por completo las revelaciones de documentos que pudieran inculpar o poner en tela de juicio la gestión de Yoani Sánchez. Obviamente, no se hizo ninguna mención a los cables de Wikileaks.

Yoani Sánchez y los mil premios

A inicios de abril de 2008, tan solo un mes después de la primera mención a Yoani Sánchez en las páginas de El País, el diario español le concedía el Premio Ortega y Gasset en la categoría de Periodismo Digital. Gran estupefacción causó en críticos y literatos la decisión del jurado, puesto que no comprendían cómo había llegado a las manos de la bloguera, con poco tiempo en el mundo de la noticia, un galardón concedido tradicionalmente a periodistas de renombre, con una trayectoria admirable en la cobertura informativa en condiciones especiales y en la crítica certera.

No obstante, el lauro fue entregado argumentando «la perspicacia con la que su trabajo ha sorteado las limitaciones a la libertad de expresión que existen en Cuba, su estilo de información vivaz y el ímpetu con el que se ha incorporado al espacio global de periodismo ciudadano».

Un mes más tarde a la entrega del premio, el periódico ofreció dos artículos en los que se cuestionaban la decisión de una instancia oficial de negarle a Yoani Sánchez la salida del país para que asistiera a la entrega del Premio Ortega y Gasset.

Bajo los llamativos titulares «El Gobierno cubano bloquea la salida de Yoani Sánchez para recibir el Premio Ortega y Gasset» y «Cuba impide a Yoani Sánchez desplazarse a Madrid para recoger el Ortega y Gasset», los comentarios inducen a solidarizarse con la bloguera, en dos trabajos periodísticos que tienen prácticamente el mismo formato y contenido, táctica reiterativa para incidir en la percepción del lector.

Lo más cercano a una suposición sobre los motivos del gobierno, son frases que incluyen calificativos como «la burocracia cubana es muy críptica» o «el silencio administrativo de las autoridades cubanas», una estrategia de ambigüedad que busca en la generalización atribuir a todas las instancias (sin importar la esfera) cubanas la responsabilidad por la decisión de una institución, en este caso de la Dirección de Inmigración y Extranjería. No obstante, si realmente se hubiese tratado de una «decisión gubernamental», un análisis al respecto no es siquiera el punto de debate de los artículos, en los que solamente tiene voz la bloguera.

El Premio Ortega y Gasset, que incluye el pago de un monto de 15 mil euros, fue solamente la base piramidal de una serie de galardones que ha venido recibiendo la bloguera. Todos ellos fueron anunciados y promovidos por el diario El País, convirtiéndose en epítetos de obligada mención en las referencias a Yoani Sánchez. La negativa de Inmigración a que pudiera viajar fuera de Cuba se repitió y nuevamente fue centro de las noticias del periódico español.

La construcción de una mártir

Ya comenzaba a ser repetitivo aquel discurso propagandístico sobre las condiciones precarias que Yoani afrontaba como una ciudadana cubana más. Los premios y las ganancias financieras eran imposibles de esconder, aunque el diario español nunca hizo hincapié en dichos donativos, probablemente por temor a que los lectores identificaran la nueva postura económica de Yoani Sánchez, con un alejamiento de su condición de vocera de una supuesta sociedad oprimida y socavada. A medida que la construcción mediática de la bloguera iba en ascenso, resultaba preciso buscar nuevas estrategias que renovaran su condición de mártir.

Yoani Sánchez relató en múltiples ocasiones, haber sido víctima de «ataques» y «amenazas» por parte de la policía cubana, y el diario El País siempre ha reservado espacios para hacer menciones al respecto, no solo de la pluma del corresponsal en La Habana Mauricio Vicent, sino de otros tantos periodistas del rotativo español. Esto refuerza la imagen negativa de Cuba como una «dictadura represiva», un mecanismo clásico dentro de la estrategia de propaganda subversiva contra la Isla. ¿Qué mejor manera de legitimar un discurso sobre un país represor, que a través de la presentación de sus propias víctimas?

En noviembre de 2009, publicó haber sido víctima de un «secuestro siciliano» mientras se dirigía a una «manifestación crítica». Rápidamente el diario publicó una serie de artículos al respecto, comenzando por un comentario del corresponsal en La Habana Mauricio Vicent, que reprodujo casi la totalidad de las palabras de la bloguera en el post publicado horas después del presunto incidente.

De esta forma se enfatiza en la posición del emisor, en este caso en apoyo a lo que Yoani Sánchez relataba, pues en el artículo apenas Vicent realiza valoraciones sobre el hecho. Prefiere en cambio, apelar a las emociones que el propio testimonio puede provocar en los lectores. El periodista Salim Lamrani explica al respecto que «las palabras de Yoani Sánchez son terroríficas y suscitan inmediatamente la simpatía y comprensión del lector hacia la víctima» (Lamrani, 2009).

Sin embargo, el diario español omitió las declaraciones contradictorias que reveló Yoani Sánchez al ser entrevistada por Fernando Rasverg, corresponsal de la BBC en La Habana, en las que no pudo demostrar ni con testimonios gráficos ni con marcas en su cuerpo, la golpiza a la que supuestamente fue sometida. Las imágenes del canal estadounidense CNN dieron fe de estas publicaciones de Rasverg, pero tampoco fueron mencionadas por el diario español. Esto resulta curioso, sobre todo porque el canal estadounidense es regularmente tomado como referencia por El País. Al mismo tiempo, otras agencias informativas localizaron a los doctores que atendieron a la bloguera y que notificaron no haber encontrado ninguna señal de golpe o violencia en su cuerpo. Pero esta dinámica para la corroboración de las informaciones no la aplicaron los reporteros del diario español.

Lo que muchas personas ignoran es que de hecho, El País reconoce en su Manual de Estilo la existencia de una cláusula que establece que «en caso de conflicto hay que escuchar o acudir a las dos partes». Además, su Sección 3: Tratamiento de la Información, dispone que en los casos que se consideren conflictivos, se debe acudir siempre a las dos partes en pleito. «Aquellos dudosos, de cierta trascendencia o especialmente delicados, han de ser contrastados por al menos dos fuentes, independientes entre sí, a las que se aludirá siquiera sea vagamente. Siempre se hará constar, en su caso, que determinada persona supuestamente perjudicada por una información no ha sido localizada. Pero se explicará con esta fórmula o similar: ‘este periódico intentó ayer, sin éxito, conversar con Fulano de Tal para que ofreciera su versión’» (El País, 2002: 8-14).

Sería interesante preguntarle a algún directivo del periódico ¿por qué no se aplican estas metodologías en el tratamiento comunicativo a la bloguera cubana? O ¿por qué la intensidad en el tratamiento a la bloguera no se extiende a otros tópicos del tema Cuba? No hay lugar para el cuestionamiento cuando se trata de ella. Iroel Sánchez en una entrevista personal concedida para esta investigación, subraya que Yoani ofrece un «testimonio interno» al discurso de El país y tal pareciera que su palabra fuera ley sagrada (Sánchez, 2014).

En el diario español, no existen mecanismos que posibiliten a la contraparte (en este caso a Cuba) legitimar sus gestiones, dejando poco o ningún espacio para la crítica objetiva. Tan solo aparecen unos pocos análisis centrados fundamentalmente en reproducir frases aisladas, cargadas de una lexicalización negativa. Resulta innegable que términos como «prohibición» y «muros infranqueables» sugestionan al lector a compartir la postura de la bloguera respecto a Cuba. La diferenciación ideológica se evidencia con el empleo de adjetivos muy negativos. Para El País, los gobiernos que comparten la gestión política de España son democracias; el resto son dictaduras.

Desde una perspectiva periodística, corroborar las fuentes a las que se accede para la construcción de una noticia, resulta un elemento clave para que la verdad se imponga, pero es evidente que el periódico español no siempre aplica esta regla. Por otra parte, la reiteración sobre estos sucesos en amplias coberturas informativas, por encima de otros temas del acontecer nacional cubano silenciados por El País, representa una postura agresiva contra la Isla.

Así, se hizo amplio énfasis en las narraciones de la bloguera sobre la golpiza a la que fue sometida. Y no fue solamente en este suceso. «Secuestros», «bloqueo al acceso a Generación Y», «detenciones arbitrarias» y «boicots», son algunos de los sucesos a los que se le dedicaron espacios en las páginas del periódico español.

Esta cobertura informativa sobre Yoani Sánchez y la aparente victimización a la que era sometida, llevó a la elaboración de 13 artículos periodísticos, reportajes y entrevistas en su mayoría, lo que permite un abordaje más extenso sobre los temas e incluir los testimonios y valoraciones de la propia bloguera.

La vuelta al mundo en 80 días

En enero de 2013 entró en vigor la reforma migratoria, que permite a los ciudadanos viajar al exterior a partir de la obtención del pasaporte y la visa. Poco tiempo después las páginas del diario reportaron la salida de la bloguera cubana en una gira internacional que la llevaría a visitar más de diez países.

Sin embargo, ya desde enero de 2012 el periódico español publicaba un amplio reportaje sobre un visado a Yoani Sánchez que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil había concedido por petición de su Embajada en La Habana. Desde el propio título de la noticia, «Rousseff da un visado para Brasil a Yoani Sánchez antes de visitar Cuba»; se advierte una tendenciosidad que busca acentuar la decisión del Ministerio brasileño como si hubiese sido una decisión directa de la presidenta Dilma Rousseff, coadyuvando a sobredimensionar la figura de la bloguera. Un Jefe de Estado no se ocupa personalmente de estos trámites a no ser en casos muy particulares. ¿Es Yoani Sánchez tan especial?

A partir de la aceptación brasileña sobre la visa a la bloguera, se desarrolló en casi todo el artículo una estrategia de concesión aparente, en la que se apoya la gestión de la presidenta, comparando su mandato con el del anterior presidente Lula Da Silva. Esta comparación que busca crear nexos de empatía entre la actual mandataria y la llamada disidencia en la Isla, establece elementos que podrían llegar al lector a deducir de forma muy superficial que Rousseff apoya a la oposición en Cuba, mientras su antecesor estaba a favor del gobierno cubano.

Frases como «Dilma Rousseff (…) ha presentado, durante su primer año de gobierno, algunas diferencias vistosas en política exterior, tanto en su cierto alejamiento de Teherán como en su aproximación a Washington» y «uno de esos gestos, que confirman su autonomía en política exterior y una diferencia sustancial con respecto a las ideas de su mentor, Lula, ha sido este inesperado visado a la bloguera disidente Yoani Sánchez», establecen la posición del emisor a favor de la Presidenta, haciendo énfasis en una política que conecta con la tendencia conservadora del diario español.

Las referencias al ex presidente vienen acompañadas de frases tergiversadas como «acabó siendo muy criticado por la prensa mundial, porque criticó la huelga de hambre de los disidentes cubanos, a pesar de que uno de ellos murió mientras Lula estaba en Cuba». A la vez se compara con otra frase que alude a la gestión de la actual gobernante: «Dilma, nada más ser elegida, se declaró contraria a las ejecuciones por lapidación de las mujeres iraníes».

El lead precisaba que «La presidenta brasileña, que llegará a la isla el 31 de enero, le abre las puertas de su país a la bloguera disidente cubana. El gesto choca con la política de su antecesor, Lula da Silva, que en su visita oficial, en la anterior legislatura, incluso criticó las huelgas de hambre de los opositores al castrismo».

Además, se establecían denominadores comunes entre la ex guerrillera brasileña y Yoani Sánchez, apuntando que ambas han luchado contra regímenes militares, lo que busca establecer similitudes entre la dictadura brasileña de hace unas décadas y el gobierno de Cuba. Siguiendo esta dinámica, las ideas bien entrelazadas resultan mucho más impactantes que declarar explícitamente que Da Silva apoya la lapidación de mujeres y la «dictadura militar en Cuba» y Dilma Rousseff a la disidencia cubana.

Este reportaje sobre el otorgamiento de la visa brasileña a Yoani Sánchez, fue solamente el punto de partida de una serie de artículos que el diario español estuvo publicando durante todo el viaje de la bloguera cubana. El primer trabajo periodístico fue precisamente el día de su salida desde el Aeropuerto Internacional José Martí, de La Habana, donde ofreció declaraciones a la prensa.

Este marcado interés del diario español por mostrar una «cercanía» entre la mandataria brasileña y Yoani Sánchez, precisa un punto de inflexión en el tratamiento comunicativo que se comenzará a dar a la bloguera cubana a partir de su gira internacional. La visita a países como Brasil, Perú, España y Estados Unidos fue esbozada por el rotativo europeo, subrayando las personalidades políticas que compartieron con ella, con el objetivo de ponderar su perfil a nivel mundial

En ese sentido, su imagen pública cambia sustancialmente, pues transita de ser aquella ciudadana común -tal y como El País la calificara años antes- a representarse como una figura líder de peso dentro del panorama político de la Isla a escala internacional, que mantiene cordiales relaciones de trabajo con figuras reconocidas mundialmente como José María Aznar, Ileana Ross Lethinen, Esperanza Aguirre, Joe García y Mario Díaz-Balart. Sin embargo, ninguna de estas personalidades es conocida por sus políticas progresistas, ni por la defensa de las libertades que tanto defiende Yoani Sánchez. Ese vínculo resulta muy natural para el rotativo español, sin que surja un cuestionamiento sobre las verdaderas intenciones de la bloguera.

Otro detalle que el periódico pasó por alto en la cobertura a la gira internacional de Yoani Sánchez, fue no tomar en cuenta al público europeo para el que reportaban, al ponderar a una figura que aboga por un capitalismo sui géneris, en un entorno occidental que está inmerso en una gran crisis económica y que precisamente está protestando contra ese sistema.

Iroel Sánchez precisa además, que el énfasis del diario por construir mediáticamente a Yoani Sánchez como una figura relevante a nivel internacional, no logra escapar de la realidad mercantil que mueve su proyecto: «Ella se retrata con Aznar, con Esperanza Aguirre, que son odiados por un sector importante, sobre todo la gente menos favorecida de España, que son los que supuestamente conectarían con ella, porque son los que allí usan los blogs, las redes sociales y todo eso, pero que lo hacen en oposición a esta política. Eso El País no tiene cómo encararlo» (2014).

En los reportajes periodísticos sobre la gira internacional del año 2013, comienzan a prevalecer los términos de disidente para referirse a Yoani Sánchez, un calificativo que se evitaba en anteriores menciones, pero que le otorga a su proyección un nuevo significado. Ya la bloguera no está tan alejada del discurso y la gestión de estos grupos opositores, aunque se sigue preconizando un contraste entre la actuación de estas asociaciones y la bloguera.

Resulta interesante la atención que el diario presta a reproducir amplios fragmentos de las alocuciones de la bloguera, destacando sobre todo las referencias a la situación en Cuba. El discurso del periódico respecto al tema Cuba tiene una línea muy similar a la de Yoani Sánchez, por lo que el uso de las metáforas, hipérboles y ambigüedades, son denominadores comunes en las descripciones de la realidad cubana. Cuando la bloguera hace referencia a «muros de censura» y «régimen castrista», el periódico alude a estas frases con marcada reiteración. Y si en cambio, el discurso de Yoani Sánchez enfatiza en la necesidad de «despenalizar la discrepancia» y de crear medios de comunicación independientes, entonces El País proyecta el discurso en esa dirección.

Interesante aquí resulta preguntarse quién establece la agenda a tratar en cada caso: Yoani Sánchez al periódico o viceversa. La respuesta sería: la política subversiva del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, que trasciende fronteras geográficas, más no ideológicas, ha buscado apoyo en gobiernos y medios de comunicación que le son afines y cumplen con sus dictados e intereses.

Otro elemento relevante resulta el apoyo visual que acompaña a estos reportajes, sobre todo porque se establece una marcada diferencia con trabajos de otros años. Anteriormente las fotografías sobre Yoani Sánchez la representaban en solitario, en pose serena, seria, casi triste, lo que contribuía a difundir aquella imagen de lucha en solitario y a manifestar otros atributos de la bloguera como la sencillez de sus atuendos (casi todos propios de la cultura hippie) y la tranquilidad de su rostro. Una imagen serena, proyecta sabiduría y puede ser mucho más contundente que el más agresivo de los emblemas. Esto ha sido delicadamente trabajado por los medios.

Sin embargo, el diario español, a medida que proyectaba un nuevo discurso propagandístico en torno a Yoani Sánchez, también hacía evidente un cambio de imagen en la bloguera. La totalidad de los artículos muestran a una joven maquillada, vestida con mayor sobriedad, tacones y chaquetas ejecutivas, al tiempo que en casi todas las imágenes se ve acompañada por senadores, embajadores o personalidades políticas. El cambio se mostró tan drásticamente, que muchos periodistas, e incluso opositores cubanos, la catalogaron como una nueva «disidente 5 estrellas», en franca alusión al nuevo estilo de vida que proyectaba.

¿Cómo justifica El País estas múltiples reuniones? ¿A qué fuerzas tributa cuando pondera estas relaciones? Ciertamente los lazos entre el diario y Estados Unidos han contribuido a legitimar las gestiones de la Casa Blanca frente al público español, por lo que se pueden comprender estas ansias por preconizar a aquellas figuras que como Yoani Sánchez, forman parte de los intereses norteamericanos.

Al principio esta estrategia era precisa para poder lanzarla a la palestra pública a partir de los supuestos paradigmas que caracterizan al rotativo español. Sin embargo, luego de consolidar esa imagen, es que sale a relucir la verdadera naturaleza de la filóloga. No obstante, este desbalance en la proyección del periódico sobre Yoani Sánchez, revela el carácter no solo manipulador, sino también empírico de este tratamiento, en el que el discurso no responde a una estrategia, sino a las dinámicas que va estableciendo la empresa a partir de los intereses de los directivos (Lagarde, 2014).

Lo que calla El País

Uno de los principales rasgos de la propaganda, es la omisión de cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y silenciar cualquier información que favorezca a la contraparte. En ese sentido, el tratamiento discursivo del diario español en torno a la bloguera cubana, no solo se define por la tendenciosidad y sobredimensionamiento de la figura, sino también por silenciar cuestiones objetivas en torno a la verdadera trascendencia de Yoani Sánchez, así como la verdad de sus finanzas, realidades que otros medios de prensa más partidarios o reaccionarios al gobierno cubano no han podido esconder.

Una de estas omisiones, tiene que ver con las publicaciones de un sitio web llamado La Lista WIP, que funciona seleccionando los personajes más famosos en Internet, y que ubica a Yoani Sánchez en la posición número 11894 del ranking mundial. Lo más curioso es que este portal web está patrocinado por el grupo PRISA y el diario El País, cuya defensa a la actividad de la bloguera está demostrada, pero al tratarse de un medidor estadístico automatizado, los resultados no pueden ser alterados. Sin embargo, el diario sigue refiriendo el prestigio mundial de la bloguera y el apoyo de la comunidad internacional.

En el año 2009, Yoani Sánchez refirió haber enviado una serie de preguntas al presidente estadounidense Barack Obama y publicó las respuestas del mandatario. Rápidamente el diario español se hizo eco de esta deferencia sin precedentes de Obama y enfatizó en los segmentos de las respuestas en los que el presidente elogiaba la gestión de la bloguera cubana. Subrayaron la diligencia de la joven y el carácter dialogante de su actuación, pues se mencionaba además el silencio del presidente Raúl Castro, al que también había enviado una serie de preguntas y cuyas respuestas aún esperaba.

Dos años más tarde, la red de filtraciones Wikileaks, revelaba cables de la Sección de Intereses en La Habana, en las que Jonathan Farrar, jefe de la SINA revelaba que en realidad se trataba de un gran fraude, pues ni la bloguera había realizado las preguntas ni el presidente Obama las había contestado. Sobre esta verdad tan innegable, el diario español no hizo ninguna referencia. De hecho, siguió haciendo alusión a la entrevista y sumándola a los méritos de la bloguera.

En el año 2011, el Centro de Prensa Internacional de Cuba decidió no renovar la acreditación al corresponsal de El País en La Habana Mauricio Vicent, debido a la parcialidad periodística y la crítica poco profesional con que abordaba los artículos sobre Cuba, así como la agresividad de sus análisis sobre el gobierno de la Isla. En estas circunstancias, el rotativo demostró el crédito que concede a la palabra de la bloguera, nombrándola su nueva corresponsal en Cuba. Aunque no notificó al CPI sobre la decisión, ni pidió acreditación para Yoani Sánchez, comenzó a publicar las crónicas y reportajes que la bloguera enviaba. ¿Dónde queda el rigor periodístico, ético e institucional del diario? Tal vez haya que pedirle a Yoani Sánchez que publique al respecto y esperar al próximo número. Seguro que algo bueno dirá.

Bibliografía

Fuente: Pensar en Cuba


 

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