Recibe al Papa Francisco, la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes.

(Por Raúl Capote / El adversario cubano)

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El 8 de julio de 2015, el Papa Francisco se detuvo para orar cerca de Achachicala, sitio donde fue torturado y asesinado el sacerdote Luis Espinal. “Me detuve aquí –dijo el Papa a la muchedumbre reunida en el lugar- para saludarlos y sobre todo para recordar, recordar a un hermano, un hermano nuestro, víctima de intereses que no querían que se luchara por la libertad de Bolivia”.

Luis Espinal, Jesuita boliviano de origen español, se destacó por su compromiso con los desfavorecidos y su actitud crítica frente a la alianza de la Iglesia católica con los sectores conservadores en el poder.

Perseguido y censurado en España por su labor crítica del franquismo y defensa de los pobres, -llegó a producir y dirigir un programa de la televisión sobre cuestiones religiosas de actualidad que se titularía Cuestión Urgente, que causó el disgusto de las autoridades y la censura constante de sus emisiones, aceptó en 1968 la oferta de un obispo boliviano que precisaba un profesor para la Universidad Católica de La Paz.

También en Bolivia tendría problemas con la censura: trabajó un año para la televisión estatal, produciendo el programa En carne viva, pero cuando trató de conceder la palabra a los líderes de la guerrilla, su programa fue bloqueado. Contrario a todo acercamiento de la iglesia a los responsables de la opresión fascista desplegada durante la dictadura de Hugo Banzer (1971-78) escribió: “Si la iglesia y los opresores se identifican de tal modo, uno se pregunta qué se ha hecho del evangelio, que fue predicado a los pobres y llevó a Jesucristo a la cruz”.

Espinal expresaría sus ideas de compromiso con los campesinos, los obreros, los oprimidos, en los medios profesionales en que trabajó durante la década de los setenta: en el matutino Presencia (en el que fue crítico cinematográfico entre 1969 y 1979), en Radio Fides (desde 1971) y en el semanario Aquí, que dirigió desde 1979. Al mismo tiempo publicó diferentes libros y ensayos sobre el cine y participó en los guiones de las películas El embrujo de mi tierra y Chuquiago. En 1976 fue además cofundador de la Asamblea de Derechos humanos. En 1977 participó en un ayuno político que estuvo a punto de costarle la vida, en esa huelga de hambre de casi tres semanas vivió día y noche al lado de las familias de los mineros, Espinal con su labor contribuyó a que se pudiera estructurar una oposición política que acabaría forzando la renuncia de Hugo Banzer.

Detenido por elementos paramilitares fue torturado y asesinado el 21 de marzo de 1980, sólo dos días después sería asesinado Monseñor Oscar Arnulfo Romero en El Salvador.

Una cita de su factura intelectual resume la entrega y compromiso ético que le costó la vida: “quien no tiene la valentía de hablar por los hombres, tampoco tiene el derecho de hablar de Dios”.

Ante el hermano caído se inclinó para orar otro jesuita, el Papa Francisco, en el camino entre el aeropuerto de El Alto y la ciudad de La Paz, en Bolivia. El compromiso con los oprimidos y con la justicia desde la fe cristiana de la Compañía de Jesús, definido en la Congregación General 32, y signado con la sangre de medio centenar de jesuitas caídos en defensa del pueblo, marca el camino a quienes deben definir su derecho a hablar con Dios.

En los días de la visita a Bolivia, el presidente Evo Morales, le entregó al Papa Francisco una copia de la talla en madera realizada por el sacerdote Luis Espinal, para expresar el anhelo común de cristianos y marxistas de una sociedad más humana y más justa, sobre la hoz y el martillo.

El Sumo Pontífice de la Iglesia Católica llegará en unas horas a la tierra de José de la Luz y Caballero, Félix Varela, José Martí y Fidel Castro, la Revolución cubana, una revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, comprometida con las causas justas de todo el mundo, es obra de un pueblo que escogió el camino de la libertad, en los fundammentos de la nación están las esencias, no hay patria sin virtud, sin libertad, sin el ejercicio pleno de la solidaridad, sin la conquista de toda la justicia, sin igualdad, fraternidad e internacionalismo.

Fuente: El adversario cubano


 

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