Relaciones Cuba – Estados Unidos: Un año después…

(Por Aymara Vigil Rodríguez)

En 1977, en medio de un contexto de tensiones caracterizado por la Guerra Fría, ambas naciones acordaron establecer Secciones de Intereses en La Habana y Washington para resolver cuestiones bilaterales, aunque aún continuaba presente la prohibición de comerciar con Cuba.

Tuvieron que transcurrir 53 años para que Estados Unidos comprendiera que aplicaba una política obsoleta, absurda, que, en realidad, nunca les dio resultado. Todas sus acciones de aislamiento, por más de medio siglo, no fueron más que un fracaso, como reconocía el 21 de diciembre de 2014 el presidente Barack Obama en su discurso sobre el estado de la Unión.

“Estamos poniendo fin a una política que debería haber terminado hace tiempo. Cuando uno hace algo que no funciona durante cincuenta años, es hora de probar algo nuevo. Nuestro cambio de política en relación con Cuba tiene el potencial de poner punto final a un legado de falta de confianza en nuestro hemisferio; desmorona una excusa ficticia para imponer restricciones en Cuba” —afirmó Obama en su alocución.

No fue hasta el 17 de diciembre de 2014, después de 18 meses de conversaciones secretas, que los presidentes Raúl Castro y Barack Obama anunciaron la intención de comenzar un proceso de diálogo para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y el inicio del camino hacia la normalización de las relaciones bilaterales. Un cambio de política que deseaban distintos sectores de la comunidad norteamericana.

Durante el 2014, las pesquisas de opinión realizadas en Estados Unidos reflejaban que su población favorecía el reestablecimiento de relaciones diplomáticas; mientras una encuesta realizada por The Washington Post entre estudiantes universitarios, arrojaba que ocho de cada diez favorecían la eliminación de las sanciones contra Cuba. Un sondeo de ABC News entre el 17 y 21 de diciembre, puso en evidencia un cambio de tendencia entre los votantes republicanos, tradicionalmente más reticentes a cualquier tipo de acercamiento bilateral. De los 1 011 adultos consultados, el 64 % apoyó el cambio de política; el 68% consideraba que debería levantarse el “embargo” y el 74% creía que debían eliminarse las restricciones de viajes.

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Según datos del 2015 publicados por la encuestadora Gallup, la opinión de los estadounidenses sobre Cuba es la más favorable en 20 años. Hoy, muchos de los senadores de Estados Unidos resaltan también que el acercamiento hacia la Isla presupone la superación de una política anquilosada, como reconociera el demócrata por Illinois, Richard Durbin.

“Esto es histórico, habíamos estado congelados en la misma política hacia Cuba por más de 50 años y finalmente el presidente comprendió que esta política no servía a los mejores intereses de Estados Unidos o Cuba (…), y sabemos que nos estamos moviendo hacia una nueva era” —reconoció Durbin en una visita a La Habana el 17 de enero de 2015.

Para otros, la expansión de relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas ofrecen la posibilidad de aumentar el acercamiento y expandir la efectividad de la cooperación en áreas priorizadas. Randy Beardsworth, director de Política de Defensa en el personal del Concejo de Seguridad Nacional durante dos administraciones, escribió al personal del blog norteamericano Cuba Central, que:

“A medida que los dos países normalicen las relaciones, necesitaremos relaciones funcionales más amplias y profundas en el campo de contra narcóticos. Ningún país tiene una profunda comprensión de las agencias, leyes y procesos del otro. Necesitamos aprender la mejor manera de cooperar y necesitamos mejorar la confianza y la buena voluntad entre la Guardia Costera de EE.UU. y las TGF. En su sentido práctico, esto significa más enlaces funcionales y programas educacionales entre las agencias pertinentes”.

Desde enero hasta la fecha, ambas partes han mantenido diálogos bilaterales, basados en el respeto y la profesionalidad, según asegurara Roberta Jacobson, secretaria adjunta de Estado para los Asuntos del Hemisferio Occidental; además, se abrieron las embajadas en las capitales de ambos países, quedando oficialmente restablecidas las relaciones diplomáticas. Estados Unidos retiró a nuestro país de la espuria lista de países patrocinadores del terrorismo en la que nunca debió ser incluida, pues la Isla ha sido víctima de centenares de actos terroristas, muchos de ellos organizados desde el propio territorio estadounidense, que han costado la vida a 3 478 cubanos y han incapacitado a otros 2 099.

Durante este período de acercamiento, Cuba ha abogado por establecer espacios de “negociación de las diferencias”; sin embargo, no podrá haber relaciones normales mientras se mantenga el bloqueo económico, comercial y financiero que se continúa aplicando con todo rigor, pese al nuevo clima de las relaciones. Esta medida unilateral, que tanto daño y carencias provoca al pueblo cubano, constituye el obstáculo principal a nuestro desarrollo y, por su carácter extraterritorial, constituye una violación del Derecho Internacional que afecta los intereses soberanos de todos los países, incluyendo los de los propios ciudadanos y empresarios estadounidenses.

El senador demócrata Patrick Leahy en su visita a La Habana, el 27 de junio de 2015, calificó el bloqueo como un error de la política norteamericana y reconoció estar de acuerdo con el Papa Francisco en cuanto a que debió haber sido abolido desde hace tiempo. Varios congresistas demócratas como Amy Klobuchar, Debbie Stabenow y Dick Durbin, y no pocos republicanos, entre los que resaltan Mike Enzi y Jeff Flake, se han pronunciado a favor de dar fin a esta política genocida que ya dura 54 años.

Otras condicionantes que gravitan en el camino hacia la normalización, son la devolución a Cuba del territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo, el cese de las transmisiones radiales y televisivas subversivas, violatorias de las normas internacionales y lesivas a nuestra soberanía, y la compensación al pueblo cubano por los daños humanos y económicos provocados por las políticas aplicadas por Estados Unidos.

Algunos exdiplomáticos estadounidenses reconocen que la permanencia de estas políticas constituye un freno a las negociaciones. Wayne Smith, jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana entre 1979 y 1982, declaró al periódico El Mundo, el 20 de julio de 2015, que resulta imprescindible resolver el problema del bloqueo económico y la devolución de la Base Naval en Guantánamo, para continuar avanzando.

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Nadie puede negar que, desde el 17D, se han registrado progresos en los planos político, diplomático y de la cooperación bilateral. Entre los más importantes pudiéramos señalar: Estados Unidos rectificó la injusta inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, los presidentes Raúl Castro y Barack Obama sostuvieron dos encuentros —Panamá y Nueva York—, y se incrementó la cooperación que ya existía en áreas de interés mutuo, como la seguridad aérea y de la aviación, la búsqueda de salvamento marítimo y aeronáutico, el enfrentamiento al narcotráfico, a la emigración ilegal, al tráfico de emigrantes y al fraude migratorio.

Además, se mantuvieron las conversaciones que todos los meses sostienen en un clima de respeto los mandos militares de ambos países, en el perímetro de la Base Naval que ilegalmente ocupa Estados Unidos en Guantánamo; se han abierto nuevas áreas para la cooperación bilateral, como protección del medio ambiente, seguridad marítimo-portuaria, aplicación y cumplimiento de la ley, y salud; y, sobre la base del respeto y la reciprocidad, se abrió el diálogo acerca de temas medulares como cambio climático, compensaciones mutuas, trata de personas y derechos humanos.

Sin embargo, pasado un año del inicio del proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas, en el área económico-comercial los resultados son apenas visibles, pues las medidas anunciadas por el presidente Barack Obama para modificar algunos aspectos del bloqueo, aunque positivas, tienen un alcance tan limitado que resulta prácticamente imposible avanzar. Y Obama no puede negar que está en sus manos dictar medidas ejecutivas que posibilitarían brincar estos obstáculos que parecen infranqueables, como permitirle a Cuba usar el dólar en sus transacciones internacionales, acceder a créditos privados, y comerciar en ambas direcciones y no de manera unilateral, como ocurre hasta ahora. También pudiera extender a otras esferas las medidas que puso en vigor en el área de las telecomunicaciones, en la que Estados Unidos permite exportar, importar e invertir.

Mientras tanto, los cubanos continuaremos tratando de construir las bases de unos vínculos que no han existido a lo largo de los últimos 55 años, cuyos presupuestos fueron definidos por el presidente Raúl Castro durante la III Cumbre de la Celac, el 28 de enero de 2015:

“Debemos aprender el arte de la convivencia civilizada, basada en el respeto a las diferencias entre ambos gobiernos y en la cooperación en temas de interés común, que contribuya a la solución de los desafíos que enfrentan el hemisferio y el mundo”.

Fuente: Cuba por Siempre


 

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