Un visitante americano en la tierra de Martí

(Por Ramón Bernal Godoy / Miradas Encontradas)

Por estos días se ha incrementado el número de visitantes extranjeros a nuestro país y por el barrio deambulan un considerable número de estadounidenses, que seguramente se han acogido a las disposiciones del Presidente Barak Obama, quién haciendo uso de sus facultades, aumentó a 12 las categorías de ciudadanos de ese país que pueden viajar a Cuba, esta vez con la posibilidad de venir acompañados por sus familiares y con la oportunidad de costearse sus gastos.

Esta explicación parece como tomada de un libro de ciencia ficción; pero no. Es algo kafkiano o para que se entienda mejor es lo más absurdo que pueda uno suponer en los tiempos actuales. El todopoderoso, omnipotente, omnipresente   (que me disculpen los creyentes; pero no me estoy refiriendo a Dios) vecino del norte, desde hace más de 50 años, aplica una absurda, irracional e insensata política, contra su pequeño vecino del sur, por considerarnos “una amenaza a su seguridad”, que ha afectado a todos los renglones de la vida social y económica de nuestro país; pero que también ha afectado a su propia población, entre otras cosas con la prohibición de viajar a Cuba.

Así las cosas hace unos días, en camino hacía la “bodega”, me encuentro con una pareja de visitantes norteamericanos de mediana edad y como los vi que estaban indecisos sobre el rumbo a tomar, me les acerque y en mi inglés de “cuatro por cinco centavos”, les pregunté que si necesitaban ayuda. De inmediato me plantearon que estaban hospedados en el Hotel Meliá Habana y que querían regresar caminando y no sabían cómo hacerlo. Que habían estado andando por la Habana Vieja y por otras zonas de la Ciudad, conversando con las personas, entrando a los mercados agropecuarios y en fin conociendo Cuba o al menos, conociendo la capital de Cuba.

Con mi inglés “chapurreado” les expliqué lo que debían hacer y aproveché para hacerles algunas preguntas para conocer como les iba en su visita a nuestro “peligroso país”. Primero que todo se mostraron encantados por los que con sus uniformes asistían a las escuelas, lo alegre que se veían, jugando, cantando, tratando de hablar con ellos. Plantearon que llegaron a Cuba con la idea de visitar una país donde imperaba “un régimen policiaco”, que es algo que por allá se repite una y otra vez y les ha costado ver policías por las calles y “los que hemos vistos están desarmados o solo llevan armas cortas”, a pesar de lo cual se observa un ambiente de seguridad. Al principio les llamó la atención y se sintieron algo recelosos, porque los cubanos son muy expresivos, hablan en alta voz y gesticulando, pero después se percataron de que son amables, respetuosos y muy buenos anfitriones.

Mi amigo Cantaclaro, que me acompañaba y que domina mejor que yo la lengua de Shakespeare, le preguntó que si querían tomarse un café cubano en su casa y la pareja de visitantes abrió los ojos y comentó que en su país, un desconocido jamás invitaría a unos extraños a su casa y mucho menos los interpelados irían a casa de un desconocido. “Pero esto es Cuba mis amigos y aquí uno recibe a quién quiere para compartir lo que tiene y yo lo que tengo hoy es el café que acabo de comprar en la bodega”, le replicó Cantaclaro.

La visita se produjo y al llegar al edificio donde vive Cantaclaro el elevador estaba trabado en un piso alto. Allá fue a buscarlo Cantaclaro mientras yo les explicaba, que se trataba de un elevador marca Otis con más de 60 años de uso y más de 50 sin piezas de repuesto por “lo del del país de ustedes contra el mío”.

Los norteamericanos estuvieron casi una hora en casa de Cantaclaro y allí conversamos de lo humano y lo divino. Se trataba de personas con cierta instrucción, pero a decir verdad no sabían ni “j” sobre nuestro país. Hicieron muchas preguntas sobre diversos temas. De forma delicada, franca y sin cortapisas, entre Cantaclaro y yo, explicamos cómo se pudo (por lo del idioma) cada una de sus dudas, exponiéndoles en detalles nuestra realidad, nuestras carencias, nuestras deficiencias y nuestros logros y les aseguro que estos “americanos”, salieron como nuevos de casa de Cantaclaro.

Si el Sr. Presidente de los EEUU quiere aplicar una política de “pueblo a pueblo” para tratar de vender el “sueño americano”, que se prepare, porque del lado de acá podrán encontrar alguno que otro que se deja embaucar con los “cantos de sirena”; pero los que vengan de por allá (a no ser los enviados con misiones de subversión), se van a dar un “baño de pueblo” y vamos a ver a como tocamos.

Simplemente habría que recordar que el pueblo cubano, en sus luchas por la emancipación colonial, durante la neo república y por sus derechos políticos y sociales, ha sabido ampliar su arsenal de combate ocupando las armas del enemigo.

Fuente: Miradas Encontradas


 

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