A partir de las 0:00 horas de este lunes 29 de agosto, cesó definitivamente el fuego en Colombia. Luego de cuatro años de negociación entre el gobierno colombiano y las FARC-EP, y con el invalorable apoyo de Cuba, Venezuela, Noruega y Chile, hoy comienza una nueva etapa. 52 años de guerra han dejado millones de víctimas entre desplazados, desaparecidos, exiliados, asesinados y mutilados. Es un país en el que generaciones enteras no han conocido un día de paz, especialmente en los sectores rurales.
Lo que viene no es fácil. Existe la amarga experiencia de los acuerdos de anteriores gobiernos con grupos insurgentes, que dejó un saldo de miles de asesinatos, entre ellos los de los candidatos presidenciales Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo y Jaime Pardo Leal, y el genocidio de la Unión Patriótica (UP). También persisten las voces guerreristas que se oponen al acuerdo suscrito entre las partes, encabezadas por el ex presidente Álvaro Uribe. La guerra es un lucrativo negocio en cualquier parte del mundo, y Colombia no es la excepción. Aún hoy gran parte de los medios masivos de comunicación hacen campaña -a veces velada, a veces no- contra la paz, usando la lógica del miedo y la desinformación, y brindando generosos espacios a los oportunistas de la muerte.
A partir de hoy callan los fusiles, pero las raíces del conflicto siguen en pie. Comienza un transitar hacia la justicia, el reconocimiento de los derechos inalienables del pueblo y la consolidación de la democracia. En un país devastado por el narcotráfico, la corrupción y la concentración de la tierra, los problemas a resolver son complejos. Pero la apuesta es avanzar en el marco de las instituciones con propuestas políticas.
En poco más de un mes, los colombianos acudirán a las urnas para refrendar el Acuerdo Final firmado en La Habana. No se trata de avalar las políticas económicas o sociales de Juan Manuel Santos ni de apoyar las reivindicaciones de las FARC-EP. Se trata, ni más ni menos, de decidir cuál será el futuro de los hijos que hasta hoy nacieron bajo el clamor de las balas.
Saludamos esta nueva etapa en Colombia, y el renacer de la esperanza en los pueblos de Nuestramérica. Bienvenida la paz.
Lea aquí el texto del Acuerdo Final firmado en La Habana
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