Cuba da la bienvenida a Francisco

(Por José Armando Fernández Salazar / Cubahora)

En la puerta de la casa de Marta amaneció hoy una pegatina alegórica a la visita a Cuba de Su Santidad el Papa Francisco.

“Un joven en la calle me la entregó y decidí colocarla enseguida”, me dijo. Marta no es católica practicante, aunque me confiesa que cree en la Virgen de la Caridad, a quien ha hecho varias promesas. La visita del Obispo de Roma le despierta varias expectativas por las bendiciones que traerá y su rol en el proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre la Mayor de las Antillas y Estados Unidos.

Como Marta, hay miles de cubanos que esperan con beneplácito la llegada del sucesor de Pedro, el tercero desde que en 1998 Juan Pablo II llegara a La Habana para dar continuidad a un punto de giro en las relaciones entre el Estado cubano y la Santa Sede, iniciado con la visita de Fidel Casto al Vaticano en 1996.

Actualmente, este nexo vive una etapa de solidez, luego de ocho décadas de existencia ininterrumpida, desde que en 1935 el entonces presidente interino Carlos Mendieta oficializara la presencia de un embajador del Vaticano en La Habana. Con la próxima visita de Francisco, del 19 al 21 de septiembre, los últimos tres Papas han sido recibidos en la Isla, una característica que solo comparten en esta región Brasil, Estados Unidos y Cuba.

Aunque el Catolicismo no es la religión predominante en la Isla, la llegada de un Sumo Pontífice siempre ha recibido una acogida masiva, como evidencia de la cultura religiosa nacional. La Constitución de la República reconoce la libertad de culto y fe, lo que ha propiciado un diálogo interreligioso entre las distintas denominaciones, pero también de estas con el Estado.

Al mismo tiempo, el alma espiritual cubana se ha formado en un contexto de sincretismo sobre la base del respeto a la diversidad de creencias y el reconocimiento a la fe del prójimo. Valores como la honestidad y la solidaridad, que tanta importancia tienen para la familia cubana, coinciden con los preceptos de la religiosidad, independientemente de su denominación.

Pero, la visita del Vicario de Dios tiene una connotación especial porque se trata del primer Papa latinoamericano, quien ha desarrollado en sus dos años de pontificado una activa labor de proselitismo orientada a la defensa de los menesterosos.

Sus encíclicas sobre el cambio climático y la condena a la idolatría del dinero convergen con las ideas progresistas de movimientos políticos y sociales de izquierda, y los principios de justicia e igualdad sobre los que se sustenta la obra de la Revolución Cubana. El Papa, el número 266, llega a Cuba como mensajero de la misericordia y sostendrá encuentros con jóvenes, familias y representantes de proyectos sociales del país.

Como han reconocido los gobiernos cubano y estadounidense, Francisco apoyó el proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países, los cuales ahora avanzan hacia la normalización de sus nexos. Precisamente, el Sumo Pontífice incluyó a estas dos naciones en su peregrinaje. Luego de visitar Cuba llegará a los Estados Unidos, donde se convertirá en el primer Papa en hablar frente al Congreso de esa nación, institución que constituye uno de los principales escenarios de lucha para el levantamiento del bloqueo a la Mayor de las Antillas.

Cuba da la bienvenida a Francisco. El Papa que prefirió la modesta villa de Santa Marta a las habitaciones oficiales, sus zapatillas negras de sacerdote de villa y su crucifijo de madera, a los oropeles fastuosos; el hincha del club de de San Lorenzo, el primer jesuita en sentarse en el trono de San Pedro, el que ha generado más de 62 millones de impacto en Internet en apenas dos años de pontificado.

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Cuba da la bienvenida a Francisco imbuida en un proceso de actualización de su modelo económico y social, que busca, desde otra identidad filosófica, los mismos valores y resultados que el cristianismo. El país da curso a un intenso diálogo interreligioso y, tal como clamara Juan Pablo II en su peregrinar de 1998, ha comenzado la necesaria apertura de la Isla al mundo y de este a ella.

Fuente: Cubahora


 

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